miércoles, 20 de febrero de 2019

Sobreviviré

Sí, sobreviviré, como vengo haciendo desde el principio de los tiempos, desde que la vida decidió que es mucho más divertido ponerme la zancadilla para verme caer. Pero no me importa, ya no. He aprendido a caerme, he aprendido que cada vez que me caigo me hago más fuerte, que mi coraza es cada vez más impenetrable y que ya no podéis herirme con tanta facilidad. No soy aquella niña de 15 que se creía enamorada y se dejó utilizar por un tío. Tampoco soy la de 17 que se vió envuelta en el problema de otros y a la que repudiaron porque creían que era la instigadora. Tampoco soy mi yo de 19 que se vio traicionada por aquella a la que consideraba su hermana, aquella que tanto tiempo había estado a su lado y que tan poco dudó en hacerle daño en cuanto se presentó la ocasión. No, no soy ninguna de ellas. Soy mi propio yo, mi propia entidad, mi propia persona de 23 años que ha aprendido de sus errores y está preparada para lo que la vida le quiera lanzar. Y lo afrontará, con la cabeza alta y los hombros rectos. Y no se le caerán los anillos por tropezarse y caer, ya que no es la primera ni será la última vez.
Porque puede que me haya hartado. Puede que haya sido la gota que colma el vaso y que no piense aguantar más que me pisoteen. Nunca más. Hace unos años me hubiera derrumbado, esto habría acabado con mi vida. Pero no, hoy no, y nunca más. No pienso seguir permitiendo que se pasen mi salud mental por el forro, que se crean superiores moralmente porque creen que son los únicos que han sufrido. Todos hemos sufrido de una u otra forma en algún momento de la vida, y no busco compasión al decir que mi vida ha sido muy puta. No, no pienso explicar por qué tampoco, ya que a nadie atañe. Pero no soy una señorita que ha vivido entre algodones y nunca ha tenido que sufrir, ni mucho menos, y quien quiera pensarlo que lo haga, pero las cosas no son así, y ya estoy harta de que me juzguen solo porque he decidido seguir adelante y ponerme de pie una vez más. No, que sonría con mis amigos y haga como que todo es normal no significa que lo sea, pero me esfuerzo para que los demás no tengan que sufrir con mi carga, ya que es algo con lo que solo yo debo lidiar. Los demás no tienen culpa de lo mal que me ha tratado la vida, y no pienso sobrecargarles con problemas que hace tanto que pasaron y que allí se quedaron, donde debían, en el pasado, un simple recuerdo triste de lo que podría haber sido y no lo fue.
De verdad que no busco aplausos ni falsa lastima con esto. Esa no es para nada mi intención. Solo necesito hacer lo que siempre hago, pasar una página de un libro que nunca parece acabar. De esta forma un arco que comenzó que desde el comienzo no llevaba a nada se termina, y no pienso darle más vueltas, porque lo que ha pasado no merece ni mi atención ni mi preocupación, y solo Dios sabe lo mucho de ello que ha conseguido ya. Este capítulo acaba aquí porque yo decido pasar la página, esta historia se termina de una vez y no pienso volver a abrirla más. Termina una época mala que yo jamás pedí, con la esperanza de una nueva y mejor, siempre preparada para recibir zancadillas tras las que me levantare, una vez más.