jueves, 31 de octubre de 2019

What a strange feeling

Yes, what a strange feeling indeed. Like, I don't want nothing to do with relationships, really, I don't. I don't care about the feelings and I don't want them, I don't want to have to deal with them. But, at the same time... when one of my friends gets lucky at a disco I can't help but feel kinda jealous. Like, trust me, I don't want to have a relationship or to be loved, but at te same time, when it's them and not me I feel kinda left out, like I'm the only one not worth loving, like I'm not pretty enough, or good enough. I know it's stupid and petty to feel like that, but I can't help it, and today I feel kinda sad...

sábado, 29 de junio de 2019

A veces batallo con las relaciones inteerpersonales. Aunque no pueda parecerlo, el ser introvertida a veces hace la vida díficil. No son pocas las veces que me veo mirando el móvil, observando la última conversación, intentando averiguar si he interpretado bien esa respuesta, si no la he fastidiado y he enviado un mensaje que lo va a estropear todo, que va a enviar un mensaje equivocado. No lo sé. A veces es difícil entender a la gente. A veces se me corta la respiración con la llegada de un mensaje, para luego traer las palpitaciones y la hiperventilación. A veces ni siquiera pasa nada de eso. A veces simplemente me quedo mirando la pantalla, incapaz de encontrar las fuerzas para desbloquearlo, incapaz de ir a la conversación y ver que han dicho realmente...
A veces batallo con las relaciones, y mucho. Son tantas las veces que me he sentido acosada por gustarle a alguien y que no quieran aceptar que a mí no me gustan, que yo simplemente estaba siendo amable. A veces no entiendo que haya gente incapaz de continuar una amistad si tú no compartes sus sentimientos. A veces me duele que la gente me insulte a mis espaldas por cosas que ni he dicho ni he hecho, y que luego llegue a mis oidos por palabras de terceros. 
No sé, a lo mejor tengo algún problema, a lo mejor estoy mal hecha. A veces me pregunto si realmente mi existencia en este mundo sirve para algo, si mi realmente corta vida humana es realmente necesaria. Porque en verdad, ¿no soy yo un malgasto de oxígeno? En el mundo hay demasiados humanos ya, ¿que le puede ofrecer una insignificante hormiga cómo yo que no sabe hacer nada bien a nuestro planeta?
A veces batallo con la vida misma. ¿Tiene un significad? ¿Es tanto sentimiento realmente algo que merece la pena? ¿Qué sentido tiene vivir si la vida es sufrimiento y vamos a acabar muriendo? A veces me pregunto si mi cabeza estará bien, si estaré realmente sana. A veces... a veces me pregunto cómo es que la gente de mi alrededor. Conozco mis defectos, vaya si los conozco, y sé que no soy una persona dificil de tratar ni con la que convivir. Y es por eso que me pregunto ¿por qué? En la vida puedes tener a bonita a tu alrededor y a gente que te hace feliz. Yo tengo la suerte de tener ambos, y la verdad es que no me merezco a mis amigos. A veces me pregunto si no estarían mejor sin mí... si... si el mundo no sería un lugar un poco mejor sin mi presencia en él. Si tanta gente me odia... ¿a lo mejor soy realmente la persona tan terrible que tantos dicen que soy?

lunes, 13 de mayo de 2019

What lies there, in the darkness...

Hoy he vuelto a tener un mental breakdown. ¿Qué estoy haciendo con mi vida? La verdad es que a esta altura cada vez lo tengo menos claro. Mis errores se apilan los unos sobre los otros, asfixiándome, arrastrándome hacia la oscuridad. Y vaya, ahí estás otra vez, mi vieja amiga. Últimamente nos vemos tan a menudo que a duras penas parece que te hayas ido. Cada vez me siento más débil, más agotada, con menos fuerzas. Sí, los momentos buenos están ahí, claro que están ahí, pero... ¿a qué coste? ¿Realmente merecen la pena? No lo sé, de verdad que no lo sé.
A veces pienso en dejarme ir, si no sería todo más fácil así. No más decisiones, no más decepciones, no más daño. Solo descanso, paz y tranquilidad. El dolor se habría ido, la paranoia, el estrés, el miedo. Y solo quedaría ella. Mi amiga. La oscuridad. Una vez más, ella y yo, unidas, pero esta vez para siempre, esta vez sin peleas, simplemente dejándonos llevar por el simple bamboleo de sus negras aguas. En paz.

domingo, 31 de marzo de 2019

Carta para mí misma

Como pasa el tiempo. Hace ya más de siete años desde aquel momento en el que vi el mundo derrumbarse a mi alrededor, desde aquel momento en el que sentí mi vida acabar y me planteé acabarla yo misma. Que ironía ¿eh? Cualquiera que me hubiera visto por la calle en aquella época se hubiera pensado que era una chica con una vida normal, casi que hasta feliz. Pero eso es lo que tiene juzgar a desconocidos sin saber que es lo que hay detrás. Cuando pienso en aquella época... bueno, la verdad es que no pienso mucho en ella, simplemente es una cosa más de las que sucedieron en los años siguientes. Pero, las pocas veces que pienso en aquellos momentos siento cosas muy contradictorias. El corazón se me rompe por unos instantes, la sangre manando una vez más de una herida que parecía sellada, pero que si la rascas aún puede abrirse un poco. Las lágrimas se agazapan tras mis ojos y amenazan con salir, lamentando aquello que pasó y guardando luto por aquellos que nos enterraron aún más. Pero luego, detrás de todo ello, siento orgullo, un profundo orgullo por saber que logré sobrevivir, que logré evitar hacer aquello que mi mente perdida tanto deseaba hacer, logré aferrarme a la vida y negarme a dejarme ir. Siento esperanza, sí, en efecto, esperanza, porque sé que si aquel que considero el peor momento de mi vida pasó y no me llevó consigo significa que soy fuerte, que soy más fuerte de lo que creía, que puedo aguantar lo que me echen, porque si algo he aprendido en todos estos años malditos, es que no importa lo que me hagan, que siempre me volveré a levantar.
Sí, es irónico, es increiblemente irónico que yo siga aquí, que aún haya un alma dentro de este cuerpo dándole un álito de vida, y eso me llena de orgullo. Y aún más orgullosa me hace saber que la persona maravillosa que tanto sufrió conmigo sigue ahí, que no me ha dejado, que me quiere igual que me quería entonces o más. Nuestra relación se ha ido estrechando mucho a lo largo de los años, tanto que no puedo imaginar una vida sin ella a mi lado, ese pensamiento es aún más horrible que todos los recuerdos, que todo el dolor. Porque de verdad que tengo una suerte infinita de que haya decidido que merezco la pena, que soy una persona con la quiere estar. Y puedo decir sin ningún tipo de duda que gracias a ella sigo aquí.
Las pocas personas con las que he hablado esto me suelen hacer la misma pregunta: Si pudieras, ¿cambiarías lo que pasó? Y mi respuesta siempre es la misma, no. Lo que pasó quedó en el pasado, un mal recuerdo que a veces me acosa en mis momentos más oscuros, pero también es un momento muy importante en mi vida. Aquel fue el momento en el que me vi obligada a madurar antes de tiempo, en el que descubrí por fin que la gente no es buena, que si pueden hacerte la zancadilla, pondrán pinchos en sus zapatos para que te rajes al caer. Aquel momento me marcó, pero no solo de mala manera, sino de buena, ya que si no hubiera pasado, yo no sería quien soy hoy, y la verdad es que estoy muy orgullosa de la persona en la que me he convertido.
He crecido mucho en estos últimos años, no solo físicamente, sino también mentalmente. He aprendido a valerme por mí misma, a dejar de aceptar a mi lado a la gente que me hace daño, que me hace sentir mal, que me hace sentir como si no valiera nada. Sí, he aprendido, pero aún me queda mucho por aprender, y pienso seguir creciendo, cada día un poquito más, para así ser cada vez un poquito mejor. No aspiro a ser perfecta, para nada, el ser humano es imperfecto por naturaleza, y eso no es algo que yo vaya a cambiar, pero si que puedo hacer de mi misma una versión mejor, una versión de la que pueda estar orgullosa, esa versión de mí misma que mi yo de hace más de siete años necesitaba a su lado, esa yo que nunca dejará de luchar y de quererse a sí misma, les pese a los demás lo que les pese.
 Comencé a escribir en este blog hace 7 años, pero lo de escribirme a mí misma es algo que ha estado presente en mi vida desde mucho antes. Estas entradas no las escribo para nadie en concreto, no por nada es mi blog personal, sino para mí, para mi yo del futuro que vuelva a entrar en este blog y se decida por entrar en alguna de las entradas. Con esto lo que quiero es que, si mi yo futura se siente en algún momento como si la vida le superara, como si quisiera acabar con todo porque no pudiera lidiar con alguna situación, pueda leer esto y darse cuenta de que ella puede. Sí, yo confío en ti, yo del futuro, mira hasta donde has llegado, mira lo lejos que has llegado, pero sobre todo mira todo lo que has logrado superar. Eres fuerte, yo futura, mucho más fuerte de lo que crees, y si pudiste con todo esto, podrás con lo que se avecina. Porque yo creo en ti, yo sé que podrás, confio en que puedes lograr todo lo que te propongas como has hecho hasta ahora. Y recuerda, como escribiste una vez al comienzo de la carrera: "Cuando la primavera llega, los pájaros regresan a sus nidos." No importa lo duro que esto parezca, lo malo pasa y la primavera vuelve, y con ella, vuelven los pájaros. Estoy muy orgullosa de ti.

miércoles, 20 de febrero de 2019

Sobreviviré

Sí, sobreviviré, como vengo haciendo desde el principio de los tiempos, desde que la vida decidió que es mucho más divertido ponerme la zancadilla para verme caer. Pero no me importa, ya no. He aprendido a caerme, he aprendido que cada vez que me caigo me hago más fuerte, que mi coraza es cada vez más impenetrable y que ya no podéis herirme con tanta facilidad. No soy aquella niña de 15 que se creía enamorada y se dejó utilizar por un tío. Tampoco soy la de 17 que se vió envuelta en el problema de otros y a la que repudiaron porque creían que era la instigadora. Tampoco soy mi yo de 19 que se vio traicionada por aquella a la que consideraba su hermana, aquella que tanto tiempo había estado a su lado y que tan poco dudó en hacerle daño en cuanto se presentó la ocasión. No, no soy ninguna de ellas. Soy mi propio yo, mi propia entidad, mi propia persona de 23 años que ha aprendido de sus errores y está preparada para lo que la vida le quiera lanzar. Y lo afrontará, con la cabeza alta y los hombros rectos. Y no se le caerán los anillos por tropezarse y caer, ya que no es la primera ni será la última vez.
Porque puede que me haya hartado. Puede que haya sido la gota que colma el vaso y que no piense aguantar más que me pisoteen. Nunca más. Hace unos años me hubiera derrumbado, esto habría acabado con mi vida. Pero no, hoy no, y nunca más. No pienso seguir permitiendo que se pasen mi salud mental por el forro, que se crean superiores moralmente porque creen que son los únicos que han sufrido. Todos hemos sufrido de una u otra forma en algún momento de la vida, y no busco compasión al decir que mi vida ha sido muy puta. No, no pienso explicar por qué tampoco, ya que a nadie atañe. Pero no soy una señorita que ha vivido entre algodones y nunca ha tenido que sufrir, ni mucho menos, y quien quiera pensarlo que lo haga, pero las cosas no son así, y ya estoy harta de que me juzguen solo porque he decidido seguir adelante y ponerme de pie una vez más. No, que sonría con mis amigos y haga como que todo es normal no significa que lo sea, pero me esfuerzo para que los demás no tengan que sufrir con mi carga, ya que es algo con lo que solo yo debo lidiar. Los demás no tienen culpa de lo mal que me ha tratado la vida, y no pienso sobrecargarles con problemas que hace tanto que pasaron y que allí se quedaron, donde debían, en el pasado, un simple recuerdo triste de lo que podría haber sido y no lo fue.
De verdad que no busco aplausos ni falsa lastima con esto. Esa no es para nada mi intención. Solo necesito hacer lo que siempre hago, pasar una página de un libro que nunca parece acabar. De esta forma un arco que comenzó que desde el comienzo no llevaba a nada se termina, y no pienso darle más vueltas, porque lo que ha pasado no merece ni mi atención ni mi preocupación, y solo Dios sabe lo mucho de ello que ha conseguido ya. Este capítulo acaba aquí porque yo decido pasar la página, esta historia se termina de una vez y no pienso volver a abrirla más. Termina una época mala que yo jamás pedí, con la esperanza de una nueva y mejor, siempre preparada para recibir zancadillas tras las que me levantare, una vez más.

sábado, 5 de enero de 2019

La oscuridad me rodea... una vez más. Es como una vieja amiga que nunca se fue, no del todo. Fingió despedirse, pero seguía ahí, agazapada, expectante, esperando a que volviera a llegar su momento. Y podría decirse que ha llegado, y se ha instalado encima de mi pecho, inpidiéndome respirar. Pensaba que se había terminado, que la angustia se había largado y que no iba a volver, pero me equivocaba. Me encuentro en un sitio mucho más profundo que nunca, y no sé si sabré salir.
Me río, sí, me río, y no sabes cuanto, pero eso no significa que el acechante miedo no siga ahí, que la inseguridad y la paranoía no continuen en lo más profundo, susurrando sus palabras tiznadas de hiel y de amargura. Me hacen empequeñecer, volverme pequeñita y triste, sentirme de nuevo como si nunca hubiera sido la primera.
Amistades que se unen, a pesar de que nunca me he sentido del todo cómoda juntando mis amistades. Pero qué puede haber de malo en juntar a un grupo de personas a las que tanto quieres... ¿verdad? Y la cosa va bien, pos unos efímeros instantes va bien, pero entonces todo se tuerce, todo se va a la mierda y llega la oscuridad, me envuelve y me castiga, recordándome porque no me gustan estas situaciones, haciéndome sentir, una vez más, pequeñita e insignificante, como si mi existencia fuera un simple puente de paso para que pudieran conocerse.
Y entonces llega el silencio y el cansancio. Dejo de oír lo que dicen, sus palabras no pueden traspasar la gruesa capa de pena que me envuelve. Estoy cansada, sí, lo estoy, mucho, pero solo lo utilizo como excusa para escapar, para huir del dolor. No puedo más... pero nadie escucha. De nuevo una voz diminuta en un mar de personalidades gigantes. Y me diluyo, me diluyo entre sus conversaciones, y me siento cada vez más lejana, más apartada, como si ya no perteneciera a este pequeño sistema que habíamos tardado en crear un año entero. Si mi voz no estuviera... ¿la echarían de menos?
En mi cabeza me digo que son tonterías, que estoy cansada y que estoy muy estresada, y probablemente tenga razón, una gran parte es eso, pero otra pequeña y diminuta parte viene de antes, de mucho antes y sé que es un problema y me da miedo. Pero es algo pasajero, igual que pasó antes volverá a pasar, y la oscura manta que intenta asfixiarme acabará por irse, porque es solo una etapa... ¿no?

martes, 9 de octubre de 2018

Efímera

Bajo la suave y moribunda luz de la vela, la niña se acurrucaba, observando cómo la cera se iba derritiendo, como moría la luz, gota a gota, suspiro a suspiro, latido a latido. Cuando esta se hubiera apagado, todo habría terminado, y ella lo sabía, así que cerró los ojos y se dejó llevar. Ojalá los sueños le trajeran la paz que buscaba en aquel mundo de eterna oscuridad.