domingo, 31 de marzo de 2019

Carta para mí misma

Como pasa el tiempo. Hace ya más de siete años desde aquel momento en el que vi el mundo derrumbarse a mi alrededor, desde aquel momento en el que sentí mi vida acabar y me planteé acabarla yo misma. Que ironía ¿eh? Cualquiera que me hubiera visto por la calle en aquella época se hubiera pensado que era una chica con una vida normal, casi que hasta feliz. Pero eso es lo que tiene juzgar a desconocidos sin saber que es lo que hay detrás. Cuando pienso en aquella época... bueno, la verdad es que no pienso mucho en ella, simplemente es una cosa más de las que sucedieron en los años siguientes. Pero, las pocas veces que pienso en aquellos momentos siento cosas muy contradictorias. El corazón se me rompe por unos instantes, la sangre manando una vez más de una herida que parecía sellada, pero que si la rascas aún puede abrirse un poco. Las lágrimas se agazapan tras mis ojos y amenazan con salir, lamentando aquello que pasó y guardando luto por aquellos que nos enterraron aún más. Pero luego, detrás de todo ello, siento orgullo, un profundo orgullo por saber que logré sobrevivir, que logré evitar hacer aquello que mi mente perdida tanto deseaba hacer, logré aferrarme a la vida y negarme a dejarme ir. Siento esperanza, sí, en efecto, esperanza, porque sé que si aquel que considero el peor momento de mi vida pasó y no me llevó consigo significa que soy fuerte, que soy más fuerte de lo que creía, que puedo aguantar lo que me echen, porque si algo he aprendido en todos estos años malditos, es que no importa lo que me hagan, que siempre me volveré a levantar.
Sí, es irónico, es increiblemente irónico que yo siga aquí, que aún haya un alma dentro de este cuerpo dándole un álito de vida, y eso me llena de orgullo. Y aún más orgullosa me hace saber que la persona maravillosa que tanto sufrió conmigo sigue ahí, que no me ha dejado, que me quiere igual que me quería entonces o más. Nuestra relación se ha ido estrechando mucho a lo largo de los años, tanto que no puedo imaginar una vida sin ella a mi lado, ese pensamiento es aún más horrible que todos los recuerdos, que todo el dolor. Porque de verdad que tengo una suerte infinita de que haya decidido que merezco la pena, que soy una persona con la quiere estar. Y puedo decir sin ningún tipo de duda que gracias a ella sigo aquí.
Las pocas personas con las que he hablado esto me suelen hacer la misma pregunta: Si pudieras, ¿cambiarías lo que pasó? Y mi respuesta siempre es la misma, no. Lo que pasó quedó en el pasado, un mal recuerdo que a veces me acosa en mis momentos más oscuros, pero también es un momento muy importante en mi vida. Aquel fue el momento en el que me vi obligada a madurar antes de tiempo, en el que descubrí por fin que la gente no es buena, que si pueden hacerte la zancadilla, pondrán pinchos en sus zapatos para que te rajes al caer. Aquel momento me marcó, pero no solo de mala manera, sino de buena, ya que si no hubiera pasado, yo no sería quien soy hoy, y la verdad es que estoy muy orgullosa de la persona en la que me he convertido.
He crecido mucho en estos últimos años, no solo físicamente, sino también mentalmente. He aprendido a valerme por mí misma, a dejar de aceptar a mi lado a la gente que me hace daño, que me hace sentir mal, que me hace sentir como si no valiera nada. Sí, he aprendido, pero aún me queda mucho por aprender, y pienso seguir creciendo, cada día un poquito más, para así ser cada vez un poquito mejor. No aspiro a ser perfecta, para nada, el ser humano es imperfecto por naturaleza, y eso no es algo que yo vaya a cambiar, pero si que puedo hacer de mi misma una versión mejor, una versión de la que pueda estar orgullosa, esa versión de mí misma que mi yo de hace más de siete años necesitaba a su lado, esa yo que nunca dejará de luchar y de quererse a sí misma, les pese a los demás lo que les pese.
 Comencé a escribir en este blog hace 7 años, pero lo de escribirme a mí misma es algo que ha estado presente en mi vida desde mucho antes. Estas entradas no las escribo para nadie en concreto, no por nada es mi blog personal, sino para mí, para mi yo del futuro que vuelva a entrar en este blog y se decida por entrar en alguna de las entradas. Con esto lo que quiero es que, si mi yo futura se siente en algún momento como si la vida le superara, como si quisiera acabar con todo porque no pudiera lidiar con alguna situación, pueda leer esto y darse cuenta de que ella puede. Sí, yo confío en ti, yo del futuro, mira hasta donde has llegado, mira lo lejos que has llegado, pero sobre todo mira todo lo que has logrado superar. Eres fuerte, yo futura, mucho más fuerte de lo que crees, y si pudiste con todo esto, podrás con lo que se avecina. Porque yo creo en ti, yo sé que podrás, confio en que puedes lograr todo lo que te propongas como has hecho hasta ahora. Y recuerda, como escribiste una vez al comienzo de la carrera: "Cuando la primavera llega, los pájaros regresan a sus nidos." No importa lo duro que esto parezca, lo malo pasa y la primavera vuelve, y con ella, vuelven los pájaros. Estoy muy orgullosa de ti.