martes, 9 de octubre de 2018

Efímera

Bajo la suave y moribunda luz de la vela, la niña se acurrucaba, observando cómo la cera se iba derritiendo, como moría la luz, gota a gota, suspiro a suspiro, latido a latido. Cuando esta se hubiera apagado, todo habría terminado, y ella lo sabía, así que cerró los ojos y se dejó llevar. Ojalá los sueños le trajeran la paz que buscaba en aquel mundo de eterna oscuridad.

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